Y ahora, antes de que suene el despertador, ya me han pitado varias veces las blackberrys del trabajo, como si fuera una señal que me dijera: "Mariquita, vuelve a la tierra". Y en ese momento maldigo a las prisas, al ritmo frenético, a la obsesión...A veces me encantaría tener debajo de mi cuarto un aquiarum con tiburones blancos, para poder lanzar determinados sentimientos a sus enormes mandíbulas. Quizás también tiraría al vecino de arriba, que debe ser bailaor de flamenco nocturno.
He vuelto al ruedo, a las tostadas frías por las mañanas, a tomarme el café de pie y corriendo, a los tacones de vértigo, las faldas, las chaquetas con camisas, a las calls interminables. Si. He vuelto al ruedo, he despertado de mi sosiego y me he metido de lleno a torear toros bravos. He vuelto a los corazones rebajados, a los amores de barra, a los sábados de resaca, a los domingos de nostalgia, a los "te echo de menos" inoportunos, a las mariposas inadecuadas en el estómago; a los viajes repentinos, a la espontaneidad, a la adicción por vivir cosas nuevas. He vuelto a ser, en parte, quien era hace muchos años. Estoy, por fin, viviendo mi vida y no la de otros.
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