jueves, 13 de marzo de 2014

Nada peor

Llevo todo el día lejos del ruedo; no por gusto sino porque la gripe me ha pillado de sorpresa. Me imagino que como el amor, que también llega sin avisarte. Hoy he tenido tiempo, mientras me alimentaba de antigripales para poder estar de vuelta en la cueva mañana, de ponerme al día (no sólo viendo Sálvame) sino también con mucha gente con la que hacía tiempo que no hablaba.

Se que no soy una bloggera corriente, ni siquiera puede que sea una bloggera de verdad. Muchas personas me escriben y me dicen que por qué hablo tanto del amor (o del desamor). Escribo sobre amor o desamor porque los sentimientos son iguales en cualquier país del mundo, porque me encanta saber que no somos tan diferentes los unos de los otros. En cualquier caso no voy a escribir sobre moda porque ni me gusta ni la entiendo. No soy carne de masas, ni de convencionalismos. No voy a publicar fotos de modelos que pesan 40 kilos porque me parece irreal. Si uno se quiere sentir mal solo tiene que comprarse una revista de belleza para ver a las mujeres cuyos cuerpos nunca tendrán, los restaurantes a los que no podrán ir y a los países y hoteles que no visitarán. No soy pesimista, soy sincera. Y justo hablando de ésto me viene a la cabeza esta maravillosa canción.





Hablo del amor porque creo que el amor, que no tiene que ser por un hombre o mujer, es el motor del mundo. Si no pudiéramos sentir amor seríamos como máquinas automátas. Cuando he leído estos correos me he parado a pensar en todas aquellas mujeres a las que he conocido y que estaban obsesionadas con enamorarse. Cualquier hombre valía, todo con tal de no sentirse solas. He hecho un poco de autocrítica y me he dado cuenta de que yo también he actuado así a veces (la verdad es que pocas). ¿Por qué tratamos de engañar a nuestra cabeza o, lo que es más grave, a nuestro corazón? Nacimos sin miedo (es algo científicamente demostrado), ¿cuándo aprendimos a tener miedo de todo? ¿De equivocarnos? ¿De sufrir? ¿De amar?



Solo hay una puta vida y la mitad de ella nos la pasamos tratando de averiguar qué pasará en el futuro. Oí hace poco una frase que me encantó: si quieres que Dios se ría cuéntale tus planes. No hay nada peor que el miedo al futuro o la obsesión con el pasado. No hay nada peor que morirse en vida, que pararse en la mitad del camino para lamernos las heridas. Nada peor que hechos que no controlamos condicionen tanto nuestra vida. No hay nada peor que no sentirse agradecido y bendecido cada mañana por el solo hecho de estar respirando. Si echas de menos a alguien no te agobies, no está tan lejos de ti, al fin y al cabo veis a diario la misma luna y el mismo sol. Si no te quieren ahora, al menos te quisieron en el pasado; si nunca te amaron, te amará otra persona cuando tengas una relación sana, madura y emocionalmente inteligente contigo misma. En todo caso, keep on walking.


Cuando nos ponemos a caminar nos olvidamos de que la tierra es redonda, lo que significa que si la otra persona tomó el camino de la derecha volverás a encontrártela; si saliste huyendo del punto de partida volverás, tarde o temprano, a el. Pero no pasa nada. Sólo hay que aprender a no tener miedo. Las cosas jodidas en la vida suceden el día menos esperado a la hora más rara y de un modo que nunca te imaginarías. No pasa nada. Estamos hechos de hierro, de madera para barcos. Aunque no tengamos esa confianza en nosotros. No hay nada peor que subestimarse. Puede que esté un poco tsunami, algo kamikaze, pero hay que vivir. Vivir y vivir. Aunque sean cosas buenas o malas, de todo se aprende. Aunque querer pueda ser autodestructivo, dejar el trabajo una auténtica locura.




A veces hay que perderse para encontrarse a uno mismo. Y no pasa nada. No hay nada peor que el miedo.

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