miércoles, 25 de junio de 2014

Hombres

Hoy he leído una entrada muy buena en un blog escrito por un chico. Se titulaba "las chicas son magníficas" y en ella se enumeraban las cosas de las mujeres que conquistan a los hombres. La verdad es que es muy tierno lo que escribe. Tras leer esto he pensado en que las cosas que le gustan a los hombres de las mujeres son secretos a voces pero que no pasa igual a la inversa. Así que este top ten de cosas que, según mi punto de vista, nos encantan va dedicada a los hombres (no sólo a los míos). En todo caso, se admiten sugerencias.

1) Nos encantan que nos hagan caso sin caer en una intensidad brutal. No queremos a tíos que "nos den caña", hemos superado la adolescencia. No somos masoquistas. Queremos a alguien que esté ahí. Nada de traumas. De ex novias cabronas. De heridas que no se han cerrado. Soy consciente de que la "última conexión" del Whatsapp da mucha rabia pero se puede contestar un mensaje en menos de 2 horas. O eso creo.

 



2) Nos encantan que nos hablen claro. Antes de que empecéis a hablar ya sabemos lo que estáis pensando. Por favor, de verdad, erradicar del vocabulario las frase tipo: "no eres tú soy yo", "me gustas pero mis circunstancias son complicadas", "no me centro"...etc. Este tipo de mentiras colaban en los 90. Ahora ya hemos aprendido. Es una manera de insultar a nuestra inteligencia. Es mejor decir "no te quiero", "me gusta menganita", "quiero tirarme a tías desconocidas hasta que cumpla los 40"... etc. O dentro o fuera, no en la mitad de la puerta.




3) Nos gusta hacer la cucharita. Ya sea verano, invierno, primavera u otoño. Es así. Nos gusta abrazarnos como un koala, que nos toquen el pelo hasta que nos dormimos, que nos hagan cosquillitas en la espalda.

 



4) Queremos estar con un tío. Un tío de verdad. No un machista cabrón pero alguien que no se depile mas a menudo que nosotras (lo único permitido son los pelos de la espalda). No nos gusta la depilación. De verdad. No es sexy ni actractiva. Lo de depilarse las cejas es la gota que colma el vaso. Se que Cristiano Ronaldo lo hace pero, de verdad, no nos gusta. Se comenta en cena de amigas cuando vamos borrachas.

 



5) Nos enternece que nos vengan a recoger a estaciones o aeropuertos y nos ayuden a cargar la maleta (en mi caso, esta s la prueba del algodón). Nos gustan los nervios que sentimos antes, maquillarnos en cualquier cuarto de baño antes de salir, averiguar dónde está tu querido, el abrazo de bienvenida, el beso, el ¿qué tal tu viaje?, vamos a casa a cenar algo y ver una peli...etc. Puede sonar ñoño pero crecimos con las princesas Disney. No tenemos la culpa.



6) Necesitamos que respeten nuestro trabajo. Aunque seamos amas de casa. Solemos dedicarnos en cuerpo y alma a lo que hacemos. La vida laboral de la mujer es jodida. Y para que hablar si queremos ser madres, amantes y esposas. Es como estar haciendo todo el día equilibrismo sin red. Así que no hagáis pequeños nuestros problemas, nuestro trabajo es igual de importante para nosotras que para vosotros.

7) Lloramos a menudo. Es una realidad. Nos agobiamos y lloramos. Por eso no queremos caras de "que loca está madre mía". Nos gusta, o más bien, necesitamos que nos entiendan. Aunque el entendimiento sea fingido. Las mujeres nos sentimos muy solas cuando estamos al lado de una persona que no se esfuerza por entendernos. Nos gusta un poco la vena paterna. Por favor, paciencia. No estamos locas.

8) Nos encanta que nos escuchen. Hablamos, en general, mucho más que vosotros. Por favor, no pongáis el piloto automático. Nos pone de los nervios y nos altera el karma. Es difícil lidiar con una mujer que se siente ignorada.

9) Nos apasiona que nos cocinen. Nada más atractivo que un tío que te haga algo (yo tengo debilidad por los desayunos). Algo de comer acompañado con un buen vino y algo de música. No falla.

10) Aunque hasta hace poco creía que ésto también les gustaba a los hombres, queremos que nos quieran. Que nos quieran de verdad y nos mimen y cuiden como merecemos. Hemos besado, por desgracia, a muchos sapos. Ya hemos pasado el cupo de cabrones. Y como, de verdad, no nos enamoramos solamente de una cara bonita, somos capaces de caer rendidas ante cualquier hombre que demuestre, realmente, que nos quiere.

lunes, 16 de junio de 2014

3, 2, 1...Despierta

Gracias, mi vida, por tu perdón. Mas vale tarde que nunca. Gracias por tu consuelo, por tus cartas. Por fin, despierta.

'Te quiero y te perdí. Te perdí y te quiero. Ahora que había memorizado los lunares de tu espalda. Que había descifrado el enigma de tu entre pierna. Que me había enamorado de los acordes de tu voz. Acostumbrado a tu pelo enredado en mi cara. A tus ojos saltones. A tus llantos sin sentido. A tu caos. A tu intensidad. A tus prisas. A tu obsesión por la vida. Ahora que se que te quiero se que te perdí. Y ya es tarde para abrazarte y decirte que todo va a ir bien. Para pasear de la mano. Para decirte que no tienes que tener miedo a la oscuridad porque a veces es necesaria para ver las estrellas. Para llevarte al jardín botánico ahora que hace bueno en Madrid. Para hacerme anciano en tu cama. Para que me lleves a soñar. Me gustaba tu risa de niña tonta. Sentir que me hacías feliz. Hablando contigo de todo y de nada. Riéndonos. De nosotros, dos locos. Odiaba tus manías. Tu descontrol.  Tus malos recuerdos. Que los repitieras una y otra vez. Tus intentos de engañarme. Pero todo eso en el fondo me encantaba...Te pienso y te siento¨


lunes, 9 de junio de 2014

A veces

A veces treinta segundos pueden cambiar tu vida. Dos palabras. Un abrazo. Una mirada. Un par de lágrimas. Unas manos que, tímidamente, se tocan. La línea que separa a dos amantes en una cama. Un brazo alrededor de la cintura. Un leve temblor de piernas. Un "tenemos que hablar". Una salida de tono. Una explosión de sentimientos.  Cuatro días para decidir el rumbo de tu vida. Tomas decisiones que nadie entiende. Enfocando tu felicidad en lo más sencillo que siempre pasa desapercibido. Y tú solo sueñas con tocar la mano al otro lado de la cama.




A veces es incluso mejor no hablar; las palabras tienen tanto poder...Quieres gritar "pídeme que me vaya contigo", "dime que lo deje todo, pero dímelo" "háblame la verdad aunque duela" Pero el pudor te lo impide. El silencio, como el agua, nos va oxidando por dentro. Pones en boca ajena palabras que sólo habitan en ti. Y luego te arrepientes. Porque es más fácil imaginar el futuro que vivir el presente. O a veces no queremos escuchar. O escuchamos lo que queremos oír. En cualquier caso, nada importa.

 



A veces el silencio nos delata. En especial cuando nos tienen arriconados contra una pared a través de argumentos que no somos capaz de rebatir. Esos momentos en los que la persona que tienes delante se desnuda. Momento en el que el telón se ha levantado y el público se ha ido. Cuando ya se han colgado los disfraces en las perchas. Igual de incómodo que cuando miras al sol de frente. Buscando en ti cualquier emoción que no denote indiferencia.  Hasta que tu muro cede ante la presión. Como una presa que no puede con la fuerza del agua. Porque a veces nos encontramos con personas que nos mueven y arrasan con todo lo que encuentran por su paso. A veces bastaría simplemente un "". Un vivir. Un sentir sin pensar. El presente sin tener en cuenta el futuro. Experimentar con emociones que se encuentra en un callejón sin salida. Cambiar a medida que avanzamos. A veces complicamos lo sencillo, como si tuviéramos mono de drama. A veces te dan ganas de salir a cantar y preguntar: ¿podéis buscarme a alguien al que pueda amar?

 

jueves, 5 de junio de 2014

Final

Los finales siempre acaban con un intercambio de ropa. Con silencios rotos y con un sabor agridulce a espera. Yo, que soy la reina de la palabra, enmudezco. Luego grito y después pienso para acabar sufriendo insomnio fruto de la frustración. Son raros los finales, casi tanto como los principios. Ambos están presididos por el miedo al futuro. Y cargados con el peso del pasado. Esto evidencia que no somos capaces de vivir. O de superar el dolor. O de convivir con la incertidumbre del que pasara. Tratamos de encontrarle un rendimiento a todo, como si los sentimientos fueran un producto de renta fija. No compensa. No tiene sentido. No merece la pena. No es el momento. Las circunstancias. Pretextos. El momento es el ahora. Las circunstancias no van a traer de vuelta a la persona que dejaste en el camino. Es sencillo. Lo que mas me maravilla de los finales es que, pasado un tiempo, cuando preguntas a aquella persona que te dejo, en busca de su momento, si se arrepintió te dice que si. O calla por vergüenza, teniendo el silencio como respuesta. O no es capaz de hablar contigo mas de 5 minutos seguidos porque remueves algo dentro que no quieren recordar. No guardas rencor y eso les perturba. Has sobrevivido al desamor, rehecho tu vida y vuelves como una jonkie a por la dosis de sinceridad. Aunque duela. Necesitas saber si se equivoco. A modo de consuelo. Para poder pensar, joder no lo hice tan mal. Y descubres que si, y eso también te desconcierta. Odio los finales. Son tristes e inesperados. Te sientes igual que cuando te roban el ultimo trozo del pastel, o cuando paran tu canción favorita al final de la noche. Es el mismo sentimiento. Creo que son igual de ridículos que cuando una mujer guapa anda con taconazos por la calle, llena de seguridad, tropieza y se cae. Es la misma mueca. No sabes si reír o llorar. No entiendes los motivos. Ni entienden los tuyos. La mayoría de personas confunden el ansia por vivir con amar. Craso error. Ansiar vivir es no parar. Aprovechar la compañía ajena y amena.  Amar es otra cosa. Vamos así colisionando, unos locos con otros, en una espiral de la que no logramos salir.

Jamas pensé que vivir fuera motivo de un final.

lunes, 2 de junio de 2014

Muros

Todo lo que sucede conviene. Y de todo uno debe sacar alguna conclusión. Yo soy particularmente mala en el arte de leer entrelineas pero tengo un don para aprender de mis meteduras de pata. A raíz de una diarrea de sinceridad llevo todo el día pensando en que es la libertad. Horrorizada me he dado cuenta de que para la mayoría de personas la libertad es hacer lo que a cada uno le de la gana y me he llevado una enorme desilusión. Creia que la libertad era el sinónimo de la independencia. Poder elegir sin ser esclavo de nada. Al fin y al cabo la anarquía, incluso sentimental, es una manera de dependencia. De depender de la novedad, de las cosas superfluas, estériles, del caos, de la falta de compromiso. Si. A veces te encuentras con personas que viven en una completa anarquía, en su mundo paralelo. O de repente las ves, o las sientes, lejos. Como si un muro de hormigón os separara. Gastas las energías en tratar de que un ciego vea. Y cuando te sangra la cabeza de tantos golpes que te has dado contra el muro, cesas en tu empeño de querer poner sosiego en el caos. Ya no tienes voz para el gran alegato final. En el que debes convencer al gran jurado que custodia la verja del muro de que estas del lado de la libertad, de que no quieres convertirte en el centro neurálgico del pueblo que hay al otro lado del muro. De que solo quieres vivir con la puerta abierta por si la anarquía te espanta y debes salir corriendo. Entonces te encuentras de cara con un jurado con sobredosis de lamentos. Y te preguntas quien fue aquella persona que entro y que debió prender fuego a toda la cosecha. ¿Acaso esta el terreno tan seco detrás del muro?