Por casualidades de la vida, hoy descubrí que una amiga de mi ex me había borrado de una red social. Tras tirar un poco del hilo, me enteré de que lo hizo porque se siente ofendida por lo que escribo en este blog. Me ha dado un ataque de risa. Hacía tiempo que no me reía hasta dolerme la tripa. Luego, me he sentido orgullosa de que mi misma. No quería ofender a nadie, pero si sirve para remover a corazones frígidos algo estaré haciendo bien. Tras la risa, ha llegado la reflexión. Después de la reflexión, la preocupación. Me he enterado de que otros ex novios también piensan que mis entradas van por ellos. ¿Cuándo estuve con semejantes narcisos? Entonces pensé en usar este medio para escribirles una carta. Creo que no soy la primera tía en esta situación, pero si ya son narcisos con referencias vagas una carta dedicada a ellos sería un subidón de su ego. Para ser honesta, enterarme de todo ésto me ha llenado de orgullo y satisfacción. Como al Rey de mi querida Patria. No va a ser una carta pero si quiero deciros algo para que, por favor, dejéis de mandarme al blog a abejas asesinas que mal leen y no entienden lo que escribo. Por favor, a llorar a la iglesia. Somos adultos. Tengo poco tiempo libre, no hagáis que me lo pase riéndome de estas tonterías. Soy feliz. Feliz de verdad. Es una época serena, pausada, tranquila. He conocido a tíos muy interesantes con los que me río un montón. Siento haber pasado página tan rápido. Lo siento de verdad. Siento no haberos querido con locura. Ya os advertí de que la pasión y las atenciones no deben confundirse con amor. He sido un poco salvaje, pero nunca os amé. Espero de veras que encontréis a esa mujer monótona, poco inteligente, manejable, con poca personalidad con la que soñábais. De verdad y de corazón. Os deseo el bien. No os voy a pedir perdón por cómo elegí arreglar lo que vosotros rompistéis. Yo no tengo cadáveres a mis espaldas y duermo muy bien por las noches. Soy (afortunadamente) sincera hasta la médula aunque estéis acostumbrados a que muchas mujeres estén encorsetadas interpretando un rol. Esa es mi mayor virtud. No puedo callarme ni lo bueno ni lo malo. Soy impaciente y pasional, un viento huracanado; no iba a irme sin hacer ruido. Ya lo sabíais. Tranquilos. No me he suicidado. No he llorado delante de la tele mientras comía helado. No. No he abrazado fotos ni cosas de ese estilo. He llorado muy poco, salido y bailado mucho y bebido además bastante jagger. He viajado, me he enamorado de mi misma, he reído hasta no poder más. En resumen: he seguido viviendo. Lo mejor de todo es que me he dado cuenta de que ésto es lo mejor para mi. Estoy viviendo mi vida, aprovechando mis tiempos. Por fin tiemblo, aunque no de amor. Tiemblo por todas las cosas alucinantes que me están pasando. Por como huele el jardín que da a la Cibeles en días de calor. Por las caras de mis pacientes los domingos, por los hombres a los que estoy conociendo, por las risas con mis amigas, por los paseos nocturnos con dedos entrelazados, por los besos inocentes que me roban a medianoche, porque soy capaz de correr 13 kilómetros sin morirme en el intento, porque estoy llegando a donde quería estar. Tiemblo porque camino con paso firme cada mañana cuando me levanto y me subo a los tacones y me maquillo las pestañas. Si. Tiemblo porque estoy viva y lo mejor está aún por llegar. Me alegro de siempre haberme permitido tener mi propio mundo, ajeno a vosotros. Mundo del que ahora mamo.
Y como dice mi Andrés Suárez: "Esta es la última canción que voy a regalarte. Cuando acabé para siempre ya no estaré aquí. No fui feliz...No fue amor, no es amor, no te quiero. Y aunque no lo entiendas me olvidé de ti. Adiós amor, no vuelvas a tocarme la piel...No te arrepientas de tu maldad que es inconsciente como el agua del mar...No llames y vuelvas. No vuelvas y llames...Adiós amor, no vuelvas a tocarme la piel".
Así que adios, mi amor.
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