Para mi (y los de mi gremio me entenderán muy bien) las despedidas son mis conclusiones orales. Ya la prueba se ha practicado, los documentos constan en autos, toda la atención está puesta en ti. El Juez, el otro abogado y probablemente tu cliente te están examinando: cualquier gesto, palabra o tono puede ser crucial. El Juez está tomando nota de todo. Tienes que aparentar que te crees lo que estás diciendo, que tienes la razón, eso es con la última imagen que se va a quedar el Juez. Pues, para mi, despedirme de un ex es como acabar un juicio. Siendo, obviamente, mi ex el Juez.
En lugar de gritar, ¿Ordenó usted el Código Rojo? es inevitable preguntar, ¿de verdad es esto lo que quieres? Te dan ganas de ser igual de persuasivo que Tom Cruise pero nadie llega a tanto (ni en un juicio ni cuando estás "negociando" una ruptura). En el fondo no quieres saber la verdad o no quieres creerte la verdad. Porque decir adiós da pereza, es, bajo mi punto de vista, asumir una derrota y para los que tenemos mal perder, es jodido despedirse. Es como asumir que no pudiste conseguirlo, pero no te paras a pensar realmente que TODO tiene fecha de caducidad. Hay un refrán muy conocido que dice: "la muerte está tan segura de su victoria que deja toda la vida de ventaja". Pues pienso lo mismo del desamor: sabe que en algún momento va a azotarte, pero mientras eso sucede, deja que el amor le tome ventaja. Entonces me pregunto, ¿por qué nos cuesta tanto decir adiós? ¿Por qué somos emocionalmente dependientes? ¿Por miedo? ¿Por cobardía? ¿Por pena?
Hoy he pensando en las veces en que me he despedido para siempre de personas y lo mal que lo he hecho siempre. Lo tóxico que es no hacer bien ese tipo de cosas. ¿Dónde las enseñan? Yo he aprendido o, bueno, estoy aprendiendo de las canciones.
Acabar todo con elegancia. Dejar las cosas fluir. La única constante en la vida es el cambio y, sin embargo, decir adiós y empezar una nueva vida nos aterra. Es curioso. Nunca hubiera pensando que decir adiós me iba a dar tantísimo miedo ni que lo iba a hacer tan jodidamente mal. A medida que voy madurando he llegado a la conclusión de que es NECESARIO decir adiós en determinadas circunstancias. Necesario. Y cuando me refiero a necesario quiero decir a algo que tienes que hacer, quieras o no quieras hacerlo; algo que te debes a ti mismo, a tu bienestar psicológico.
Intentar que algo volátil, como es el amor, se convierta en algo estático es inútil y sólo conduce a un horrible sufrimiento. El pasado ya no importa y el futuro es incierto; no depende de nadie. El presente es lo único importante, lo único que hay que tener en cuenta cada día por eso es tan importante decir adiós y (como ya he repetido hasta la saciedad) cerrar heridas con elegancia.
Así que adiós a todos o solo a algunos...
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