Hoy, que estoy fuera de Madrid en mi refugio, sola cuando la idea inicial era estar acompañada, me han venido millones de recuerdos de lo más profundo. El primero dedicado a ti, mi querido abuelo. Yo, que odio la nostalgia, llevo todo el día empapada de recuerdos, rebuscando entre libros viejos y fotos ochenteras, mientras oigo a Jarabe de Palo y su "toca mi canción", me enciendo un pitillo y trato de hilar todos los recuerdos. No se por qué a la gente los recuerdos les parecen algo triste, a mi me recuerdan que una vez fui capaz de sentir cosas que puede que nunca más vuelvan.
Entre recuerdos me encontré con el Libro de la Selva, con ilustraciones pintadas a mano y publicado en 1988. Me ha hecho tanta ilusión encontrarme con el en medio de esta sobredosis de nostalgia. Soy de las que piensa que todo lo que sucede, pasa por algo, por algún motivo en concreto; por eso, al abrir el libro, y ver cómo se titulaba el primer capítulo, me he quedado paralizada.
¿Cómo llegó el miedo? ¿Es el miedo al futuro lo que hace que permanezcamos aferrados a los sentimientos, o es acaso el miedo el culpable de que hayamos perdido tantas cosas y personas a lo largo de nuestra vida? Yo antes no tenía miedo. Nada. Y ahora tengo miedo. Mucho. No se si le tengo miedo al futuro o al pasado. Yo antes era una pequeña Mowgli que había aprendido a sobrevivir en la jungla. ¿Qué papel ocupa el miedo en el amor? Esta foto, tomada de un libro francés muy divertido, lo ilustra todo.
Cuando me paro a pensar en el miedo, en el amor, me viene a la mente la canción "Miedo" de Marazu: "que fugaz la juventud, imposible de parar, cómo se escapó de entre tus brazos. Tanto tiempo de luchar, morir y resucitar. Creo que nada es de verdad y si me despierto siento miedo. Miedo a reconocer que no me porto bien, miedo a sufrir...". Esta canción me consuela, al menos uno de nosotros es consciente de que el miedo ha salido victorioso y su corazón ha sido vencido. Yo, como Marazu, grito para no pensar.
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