Me vino a la mente la película de Isabel Coixet (magnífica obra de arte). No entiendo porque el pasado ocupa tanto de nuestra vida presente. Tengo tatuada en mi alma la escena de Candela Peña, el dolor de su cara, la amargura del tono de su voz y la aparente tranquilidad de Javier Cámara. Solo verlo duele. Dos maneras distintas de vivir un duelo: el de un hombre y el de una mujer. Como uno tira para adelante y la otra no ha aprendido a vivir. Pero es que el ayer, a veces, no termina nunca.
Es necesario olvidar el pasado. Es algo que nos debemos a nosotros mismos. Lo único que importa es el presente, el aquí y el ahora. El futuro es incierto, no depende de nosotros. La sensación de no tener las cosas bajo nuestro control es horrible. Lo se. Pero hay que dejarse llevar que, como decían los de Vetusta Morla, "suena demasiado bien". En todo caso, hay que estar agradecidos de que podemos levantarnos cada mañana. Ya no puedo escribir más. En cualquier momento se me va a abrir el suelo bajo mis pies ahora que camino sobre arenas movedizas. Y es demasiado pronto para que me veáis desnuda.
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