miércoles, 29 de octubre de 2014

Una y mil veces

Entra. Sin llamar a la puerta. No pasa nada, el timbre no funciona y deje, a conciencia, la puerta sin cerrar. Entra. Entra y revuelve. Agitame como a un olivo. Creo que aun pueden caer aceitunas. 
Sigue dándome la mano por las calles, dejándome tu abrigo cuando llueve o regañandome cuando me fumo un cigarro a escondidas. Sigue. Sigue con el presente sin obligarme a prendarte mi alma. Sigue besandome la frente y la punta de la nariz. Sigue intentando llegar a la versión de mi que alguien robo hace un tiempo. No te ex quiero, ni te requiero. Nunca demasiado pronto y nunca demasiado tarde para nada. Pero tiembla. Tiembla no solo de frío sino también de alegría. De nervios por enfrentarte a lo desconocido. De miedo por que existe la remota posibilidad de que lo que hoy tienes mañana se te escape. Rie. Riete conmigo, de mi, de la vida, de esta ciudad tan llena de gente pero tan solitaria. 
Coge una botella de aquel vino blanco y ponme las canciones de Leonard Cohen y como el mismo diria dance me till the end of love. No me dejes dormir, tenemos que ponernos al dia. Déjame despierta hasta que los sueños ya no duelan. Aparentemos ser dos locos. Creemos un mundo y vivamos dentro de el. Podriamos construirlo debajo de nuestros edredones. Comamos y bebamos. Brindemos porque respiramos. Porque nos levantamos. Porque estamos progresando adecuadamente en el arte de amar. 
No te impacientes, no hay prisa mi vida. Tenemos aun mil vidas. 

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